Publicado en 1936, The ABC Murders (titulado ABC contre Poirot en la edición francesa) describe a un asesino fetichista del alfabeto, que comienza asesinando a cierta Alice Asher en Andover, antes de atacar a Betty Barnard en Bexhill. Evidentemente muy seguro de sí mismo, el psicópata no duda en anunciar sus fechorías con antelación, en cartas dirigidas personalmente a Hércules Poirot. Naturalmente, el famoso detective belga termina por desenmascararlo y, por lo tanto, no le da la oportunidad de llegar al final del alfabeto. El juego transcribe fielmente estos hechos, evitando así distorsionar la obra original y enfurecer a los seguidores de Agatha Christie. Pero al hacerlo, también les prohíbe cualquier efecto sorpresa y les facilita demasiado la tarea de identificar al culpable. Para remediar este dilema, los desarrolladores han sido capaces de mostrar ingenio al ofrecer la posibilidad de elegir entre dos modos: "Historia clásica" o "Misterio libre". En la segunda, la trama general sigue siendo la misma, pero los testimonios de los diferentes personajes cambian y finalmente conducen a otro asesino. Esta doble lectura también tiene el mérito de alargar la vida útil general del juego, por lo demás muy baja. De hecho, unas pocas horas son suficientes para superar la investigación, que es demasiado lineal para mantener a alguien en vilo. Así, la posibilidad de escudriñar los decorados en busca de objetos o información en realidad solo se utiliza para recoger bonificaciones (en particular, notas informativas sobre la génesis de la novela) y, por lo tanto, se vuelve casi opcional.
Los 12 trabajos de Hércules
Para progresar, basta pues discutir con todos los testigos e investigadores y responder a los pocos enigmas que vienen a esmaltar los diálogos. Estos últimos llegan un poco como un pelo en la sopa y, en fondo como en forma, en calidad como en cantidad, están realmente muy lejos de igualar a los del profesor Layton. La mayoría recuerdan simples ejercicios matemáticos y, por lo tanto, brindan muy poca diversión. Las respuestas, que deben devolverse al lápiz óptico, siguen siendo una oportunidad para apreciar uno de los raros puntos fuertes del juego, a saber, un reconocimiento de escritura muy poderoso. Las letras y los números siempre se interpretan correctamente y las operaciones de entrada acaban siendo muy naturales. Para ello, todavía tienes que descubrir por ti mismo dos sutilezas que no se mencionan en la documentación: presionar el gatillo izquierdo te permite borrar un carácter y tienes que dibujar una línea horizontal para marcar un espacio entre dos palabras. ¡Es una apuesta segura que esta información faltante bloqueará estúpidamente a muchos jugadores! Además, el juego adolece de una deficiencia francamente paralizante, ya que no te permite tomar notas con el lápiz óptico cuando intentas resolver un rompecabezas. La mayoría de ellos requieren que realices cálculos y ecuaciones imposibles de hacer en tu cabeza, es imprescindible andar constantemente con una hoja de papel y un bolígrafo. Para una consola táctil, ¡francamente es una pena! En cuanto a los acertijos basados en acertijos o cuestionarios de opción múltiple, la mejor manera de resolverlos es probar las diferentes soluciones posibles una tras otra hasta dar con la correcta. Ninguna penalización penaliza los errores, sería un error privarse de ella... Otra falta de gusto que delata una evidente falta de acabado: la secuencia introductoria del juego no es zapeable y por tanto hay que luchar con ella en cada lanzamiento . También podríamos mencionar el hecho de que los acertijos ya resueltos se nos vuelven a imponer si tenemos la desgracia de volver a desencadenar el diálogo correspondiente. O que los interlocutores se nos presenten varias veces, como si Hércules Poirot padeciera la enfermedad de Alzheimer. Todos estos defectos combinados literalmente lastran la experiencia de juego, y el jugador en busca de acertijos hará bien en gastar su dinero en otra parte.