Hasta La Verolucion Siempre !
Mientras que antes el jugador se veía obligado a adaptarse durante los eventos con un solo modelo de caza rastrero, Worms Revolution ofrece un sistema de clases, dividido en 4 tipos: Explorador, Soldado, Científico y Malabar. Los primeros son muy ágiles pero tienen poca salud, el segundo es la unidad base, balanceada, el tercero ocupa el rol de sanador y restaura 5 puntos de vida a su equipo cada turno si se mantiene con vida, mientras que el último se mueve lentamente, pero actúa como un tanque con mayor potencia de fuego y alta resistencia. Una aportación bastante bien vista que obliga a modificar la fisonomía de los enfrentamientos con objetivos que aparecen más claros, en particular abatir a este molesto Científico o intentar perforar las defensas con un Scout que no tendrá dificultad en llegar a puntos estratégicos. Variaciones tácticas que aportan un poco más de profundidad al juego, como en el caso del agua, pero que cuestan usarlas con naturalidad. Los soldados básicos siempre son prácticos, y durante los juegos multijugador, el uso de gusanos especiales puede afectar solo a una pequeña parte de los jugadores. Esto no impide estar obligado a desbloquearlos para aprovecharlos, gastando los puntos ganados con tanto esfuerzo durante los acertijos -misiones especiales con condiciones cada vez más complejas- bastante bien pensadas y la campaña para un jugador. Este último, además de su lado plano a pesar de una escritura poco convencional, está lejos de ser agradable, especialmente debido a la dominación rápidamente dolorosa de la IA, que siempre encuentra la mejor manera de reducir a cenizas a tu equipo. Un sistematismo clínico, incluso en los niveles más bajos de dificultad que asquea sin posibilidad de retorno y empuja a volverse hacia el corazón del juego, el multijugador. El tríptico Worms/Potes/Pizza funciona sin problema, y es posible pasar una tarde entera lanzando desafíos de vergüenza tras unas cuantas partidas calificadas de normales. Especialmente porque las aperturas a la creación dan acceso a una amplia personalización con equipos que se adquieren a través de unas pocas monedas en el juego y un editor de niveles, accesible, pero que aún carece de herramientas. Sólido contenido para un Worms Revolution que sin duda debería hablar a los recién llegados al mundo fantástico y subterráneo de las lombrices de tierra, pero que es solo una pequeña evolución -que bien lo disimula- del Worms Battle Islands lanzado allí hace dos años para Wii y PSP. Cierto paso adelante, pero tímido, para una serie que, como sus héroes, tiene un poco de dificultad para avanzar levantando la nariz.