Lo que recordaremos sobre todo de Shadows of the Damned, tras pasar 8 horas en su compañía, es por supuesto su universo. Delirante y muy paródico, este último puede no gustar a todos, pero aún así da testimonio de la identidad única de su creador Suda51. Al igual que No More Heroes, Shadows of the Damned presenta un personaje colorido que no es realmente delicado. Este es el cazador de demonios García Hotspur, alias G para los amigos. Por desgracia, este último debe enfrentarse a una tragedia ya que la encantadora Paula, la mujer de su corazón, acaba de ser secuestrada por Flemming, el mismísimo rey de las tinieblas que se impone con sus tres pares de ojos. Ante la amenaza de ver a su doncella acabar en el saco del gran jefe, G decide ir directamente a la fuente para rescatarla. Dirección pues el mundo de las tinieblas para una aventura de rock'n roll.
No más sombras
Desde los primeros momentos de juego, se marca la pauta con ambientes ciertamente clásicos (casco antiguo, bosque, cuevas...) pero embellecidos con infinidad de elementos que dan una atmósfera totalmente paródica al conjunto. Así, disparando a las cabezas de las cabras que balan, uno traerá luz entre las tinieblas. Metiendo una fresa en la boca de una Mochila Porta Bebé la desbloquearemos, y bebiendo alcohol fuerte recuperaremos la vida. En definitiva, es completamente estúpido e irreal, pero tan descabellado que uno solo puede sonreír ante el descubrimiento de todas estas curiosidades. Pero una de las bazas que permite que el título gane en carisma es sin duda la presencia de Johnson, una calavera levitante con superpoderes que no dejará a G ni un centímetro. Además de intercambiar bromas que a menudo dan en el blanco, los diálogos entre los dos muchachos te permiten aprender más sobre las responsabilidades de los personajes. Además, en general, sentimos todo el cuidado que se ha puesto en el universo para hacerlo creíble y detallado, a pesar de su lado agitado del tarro. Por ejemplo, uno puede escudriñar muchos carteles que detallan la historia o el estilo de vida de los demonios. Aprendemos que, al igual que los humanos, a los monstruos les gusta el sexo y, de repente, tienen una ciudad completamente dedicada a este mercado. Además, G será muy consciente de ello, en la curva de un pasaje donde su belleza caerá al tope para excitar a los ratings. Porque sí, es bastante habitual que nos crucemos en el camino con Paula. A veces poseída y lanzada en persecución para entregarnos un beso mortal en desnudez, la belleza también perecerá en muchas ocasiones ante nuestros ojos, por el simple placer de Flemming. Y sí, no por nada somos rey del Infierno...
Residente de los 4 Malditos
Si el título no te deja indiferente con su delicioso ambiente exuberante, la mecánica del juego es igual de efectiva, aunque ya conocida por los servicios... De hecho, la estructura del software toma más o menos la de una gran parte del horror. acción: Resident Evil 4. A partir de ahí, difícil sorprenderse, pero está claro que el trabajo de Mikami estaba tan bien engrasado en su momento que muy pocos añadidos bastaban para modernizar la jugabilidad. Ahora, es posible esquivar y puedes moverte mientras apuntas. Todavía igual de placentero, el apuntar al hombro hace bien su trabajo y con deleite hacemos explotar las cabezas y diferentes partes de los monstruos. Hablando de armamento, que en realidad es una de las múltiples transformaciones de Johnson, será posible mejorarlo recolectando gemas encontradas o compradas a Alexander, el comerciante local mitad hombre mitad demonio. Al final, obtendremos armas tan enormes y dominadas que, de nuevo, nos divertiremos como locos. Otra diferencia con las aventuras de Leon es que en el Infierno, la oscuridad es el rey. Como resultado, será necesario huir de las zonas oscuras, o disparar en la cabeza de una cabra, bajo pena de perder la vida. El título suele jugar con esta dualidad, ofreciendo al mismo tiempo una buena dosis de estrés a la hora de correr en todas direcciones para encontrar un rincón salvador. Por lo demás, las acciones contextuales y una puesta en escena mezclada con una buena dosis de violencia nos recuerdan que el modelo sigue siendo Resident Evil 4. Choque o exhibición y una cámara no siempre bien colocada. Pero lo más lamentable sigue siendo el ritmo de juego que pierde fuelle hacia el último tercio. Si bien tenemos derecho a una entrada sensacional y una narración bastante rica durante buena parte del juego, la parte final se duerme demasiado en los laureles como para centrarse únicamente en la acción. Lástima, y no son las fases de shoot'em up las que cambiarán nada. Por último, cómo no completar esta prueba sin mencionar la banda sonora que encaja a la perfección con la atmósfera atípica del título. Buena música rock para las peleas, o solos de guitarra para los momentos más tranquilos, Yamaoka vuelve a demostrar todo su talento para dar color y enriquecer un universo que de repente gana en intensidad e identidad. Tan bueno.